Valle del Sol: una fiesta que terminó con las luces del día


“El festival renació y llegó al nivel que todos queríamos que llegara", afirmó entusiasmado el locutor desde el escenario, frente a una postal que hace años no mostraba el balneario de Merlo. Eran casi las 6 del domingo. Los primeros rayos de sol asomaban por el Comechingones. Y la gente seguía allí, esperando el cierre, luego de haber compartido una noche con Soledad, Sergio Galleguillo y el Negro Ferreyra.
La última jornada del 38° Festival Nacional Valle del Sol repitió la gran convocatoria que el viernes tuvo León Gieco. Todo el predio colmado de vecinos y turistas. La grilla tuvo algunos ajustes porque la cantante de Arequito recién terminaba de recorrer los mil cuatrocientos kilómetros que la separaban de su show anterior, en Corrientes, pero no hubo baches.
Los ballets "Antonio Esteban Agüero", "Merlo danza", y el folclore alegre de "El Cambio" y Daniel González supieron llevar con prolijidad los primeros tramos de la fiesta. También actuó Ricardo Aguilera y hubo tango con la orquesta de Américo Moroso, que alentó el baile ciudadano para darle un respiro a las chacareras y las zambas que desde el jueves vistieron el balneario.
Poco después de la 1, Soledad apareció en escena. De elegante rojo y con la sonrisa grande. El público la recibió con euforia, y ella respondió con canciones nuevas, de tinte más centroamericano y complejo respecto a aquellos himnos populares que la llevaron al estrellato hace quince años.
Quizás por la sorpresa que causaron los primeros temas, la gente tardó un poco en entibiar las palmas para acompañarla. Bastó que sonaran "Amor de mis amores" y "Puerto Tirol" para calentar los ánimos y que la temperatura general comenzara a elevarse.
Después apareció Natalia y el recital Ferreyra cerró con miles de personas coreando "A don Ata" y "El bahiano".
Si hubo un punto en la noche marcado por bailoteos en todos los rincones, fue con Sergio Galleguillo y Los Amigos. El grupo tenía hinchada propia y otra vez, como con León, fueron salteados los vallados del escenario para desplegar murgas riojanas, pegadizas chayas e invitar a una jovencita de la platea a lucirse con la zamba "Agitando pañuelos", canción que le abrió las puertas de la masividad al grupo.
Por insistencia de la gente, el show se extendió un poco más de lo previsto y hubo espacio para una ovacionada versión del "Kilómetro 11", "Negro José", o para darle el gusto a un muchacho que pedía homenajear a su padre. Enseguida, el Negro Ferreyra fue recibido por una multitud. Eran las 5 y una multitud lo esperaba. El puntano agradeció, bromeó y jugó, dándoles paso a Coquena y Romina Rivarola que dijeron adiós con las luces del día.

Fuente: El diario de la republica

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