Tiempos tranquilos

La cantante estará el martes en la Fiesta Nacional del Golfo Azul.

"Vivo en Arequito" en CD y DVD es el último trabajo de Soledad Pastorutti. Fue grabado en directo el pasado 10 de octubre en la estación del ferrocarril de su pueblo, dos días antes de su cumpleaños 30, festejando también quince años de carrera y el momento más feliz de su vida. Allí estuvieron todos sus músicos, además de invitados como Jorge Rojas en "Esperando tu regreso (Corazón)", Leandro Lovato y su violín, la cordobesa Banda XXI, el Ballet del Chúcaro y su hermana Natalia. Dieciséis canciones que Sole siempre quiso cantar, como "Esta vida", "Mi credo", "Tu cárcel" de Marco Antonio Solís; clásicos del folclore, "El toro", "Lucerito Alba", "Chacarera para mi vuelta", "Perfume de carnaval"; temas suyos ya tradicionales como "Brindis" y "Tren del cielo", más inéditos de su autoría. Cierra con el Himno Nacional Argentino en versión folclórica.

Éstas y las más demandadas obras de su repertorio sonarán la noche del martes próximo, en la apertura de la Fiesta del Golfo Azul. Su extensa carrera artística exhibe ya dos líneas bien definidas. La primera, de dinamismo puro, de trabajo a destajo, y desde hace un par de años –visible ahora y durante la juntada con Chaqueño y Nocheros– la disminución de la velocidad de sus canciones. Más tranquila, Soledad es más expresiva que energética. "Es un cambio que venimos buscando con la banda, hace tiempo y no lo lográbamos… En principio por miedo, por creer que la gente estaba acostumbrada a verme y oírme de determinada manera y cualquier cambio es fuerte. Entonces, nos costó mucho mostrarnos de otro modo, justamente por temor. Pero, además, somos muy sanguíneos sobre el escenario y domar esas energías no es fácil, sobre todo cuando se trata de festivales y de música popular".

– Y de cantar en vivo. En estudio, el clic del metrónomo puede controlarlas.

– Exactamente, claro... Hoy, en la mayoría de los temas, podés ver a nuestro director musical (Pablo Santos) disparar una especie de minidisco, porque, en realidad, desde que salió el CD "Folclore", empezamos a cliquear todos los temas. Dijimos, respetemos un tiempo, respetémonos entre nosotros, al director musical, busquemos la forma de ser más ordenados, respetando ese clic pase lo que pase. A veces, notábamos que el público estaba un poco frío y me agarraba una desesperación... Entonces, comenzaba a acelerar las canciones o a acortar los recitales. Pusimos en claro que el show debía ser así, éstos son los tiempos y los acatamos del primero al último tema.

¡Sabés que nos dio buenos resultados! Los primeros conciertos nos sentíamos rarísimos, nos parecía que no pasaba nada, pero de a poco fuimos tomando confianza y la gente misma empezó a sumarse a ello. Mucho tuvo que ver mi embarazo. Fue una gran excusa (risas) que no me podía mover mucho. Y obviamente, calculo yo, empecé a expresarme mucho más, sabiendo la limitación que tenía con mi cuerpo. Sinceramente no tenía tal restricción porque siempre me sentí muy bien, no engordé demasiado, me podía mover perfecto, pero me sirvió de excusa; inclusive hacía subir al escenario personas del público a revolear el poncho, para no hacerlo yo. Me sirvió y creo que fuimos por buen camino y hemos encontrado el sendero hacia la madurez. ¡Mirá cómo lo digo! Todavía no llegamos a un techo, pero la idea fue un poco ésa... Empezar a domar la energía. Nosotros, cuando nos escuchábamos –porque somos de grabar los recitales y vernos– no nos gustábamos. O sea que nos propusimos comenzar a disfrutar de lo que hacíamos.

– Ahora podés decir más letras...

– Sí...

– Entonces, cómo manejás los climas nuevos que van apareciendo?

– Encontré seguridad. La elección de las canciones siempre fue mía en los últimos años. Al principio, no tanto. Mis músicos y quienes me rodean, me ayudaron mucho a confiar más en mí, porque a pesar de parecer muy segura sobre el escenario, muchas veces no lo soy. No me resulta tan fácil. Sobre todo en mi último disco que, como verás, es de liberación total porque tiene una diversidad de temas que en otra época de mi recorrido no me hubiese animado a defender. Me decidí a hacer lo que tengo ganas, pase lo que pase. Estoy en un punto de mi carrera donde el público que me sigue, que me quiere, me acompaña en cada una de mis locuras y mis proyectos.

Siento que ya soy una artista con la posibilidad de darse algunos gustos y de ser mucho más sincera. La sinceridad me ha ayudado mucho con la gente porque me da la seguridad que permite manejarme sobre el escenario sabiendo qué va a pasar, qué va a venir. Sé que si canto "Compadre, qué tiene el vino", en los primeros momentos hay cosas que no se van a entender, pero cuando la canción termine sé que vendrá el aplauso, y en la parte del recitado, también. Confío mucho en las canciones, además, porque tienen un poder muy especial. Y nosotros, que somos el medio, tenemos que ayudarlas para que lleguen a la gente y razone sobre qué estoy diciendo.

Durante muchos años, mi éxito fue "A Don Ata"... Sé perfectamente que hay muchos que, o no saben la letra entera o la cantan con palabras cambiadas, o nunca la analizaron. Fue éxito porque la canción tiene un no sé qué, porque la guitarra del Laucha (Jorge Calcaterra) tocaba la introducción de una particular manera, porque yo irrumpí justito… Pero no quiero ese tipo de logros, me gusta que la gente escuche lo que digo. Bueno, me parece que ahora está ocurriendo. No soy una artista muy profunda pero trato que haya un par de momentos en el show donde pueda llevar a la reflexión y escucharnos un poco mejor.

– Otro hito de este año, además del nacimiento de tu niña, fue haber decidido presentarte en la fiesta del Bicentenario, cuando no faltaba mucho para que Antonia naciera, ¿ante cuántos millones de personas?

– No fue fácil… Te voy a contar una infidencia... Yo iba a actuar el día anterior (23 de mayo), el del folclore, con el Chaqueño. Llueve, se suspende y pasa al 24 sin hora precisa. Yo me había escapado a Buenos Aires casi sin permiso de mi médico, porque estaba a veinte días de la fecha de parto. Además, el doctor de confianza que tenía en Buenos Aires, por si pasaba algo, ese fin de semana andaba de vacaciones. O sea, yo sabía que podíamos salir corriendo a cualquier lado, sin conocer a quién me atendiera. Para una primeriza, es complicado.

Más allá de eso, tenía la contra hasta de mi marido que me decía que estaba loca, qué sé yo... Nos fuimos a Buenos Aires. Salimos sin los cargadores de celulares y no quedamos sin batería, sin las valijas, no traje casi ropa porque pensé que iba, cantaba y volvía a Arequito. Como se suspendió, tuve que permanecer hasta el otro día, pero la mayoría de mis músicos y técnicos tenían otros compromisos tomados. Me quedé sin la mitad de mi banda y a las dos de la madrugada empecé a llamar a gente que alguna vez trabajó conmigo, para ver si podían hacer reemplazo.

Los organizadores habían pautado sólo cuatro temas y nada más, para respetar un horario. Entonces, le paso a todos ellos las cuatro canciones por mail. Cuando se arreglan los turnos, como Oscar Palavecino tenía que actuar en Cosquín esa misma noche, cantó antes que yo… Ocupa como una hora de recital y yo pensé que si hacía cuatro temas, ¡me iban a matar! Pero no tenía más para ofrecer. Podía quedarme con una guitarra y seguir cantando... Además se venían la medianoche y el himno... Quizá llegaba a hacer una o dos de las canciones elegidas, luego seguía el espacio del tango...

¿Viste cuando te pasa de todo? No sé si por los nervios que pasé, después que terminé de cantar, Antonia se movió tanto en la panza… Pero valió la pena en todo sentido porque, artísticamente no brindé lo mejor de mí, lo que entregué fue energía, emoción. Fui una más de toda esa muchedumbre. Fue muy emocionante ver toda esa marea humana, finalmente me tocó el momento del Himno Nacional, cantándolo como nunca había visto. Fue una decisión acertada porque estuve en un lugar y en un momento histórico. No La Sole, yo pasé desapercibida como todos los que estábamos en el escenario. Lo que se valora de ese encuentro es que la gente naturalmente salió a la calle y se olvidó de si estaba a favor o contra el gobierno, si era de Boca o de Ríver, si era del interior o de Capital, ¡y fue! Y yo estaba ahí. Fue maravilloso. Además, hubo en el público mucha emoción porque yo estaba con una panza gigante, canté con Naty, que es un simbolismo muy valioso.

Fuente: Diario Rio Negro

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