Soledad: La gran bestia folk

Hasta abril recorrerá, sin parar, miles de kilómetros por todo el país con nuevo CD. La vida en los escenarios de una madre primeriza
"Hoy llegue a mi casa a las siete y media de la mañana desde San Juan. Dormí una hora y media, vine al canal y grabé cuatro programas. Vivo en Arequito, en Buenos Aires y un poco en todo lados. Voy armando la logística de mi vida de acuerdo a donde voy a descansar. Ahora que está la gordita (Antonia, su hija nacida en junio del 2010) tampoco hago locuras." Así es un día común en la vida de Soledad Pastorutti, la madre primeriza, que como artista no conoce (casi) otra cosa que estar "en el camino" como una beatnik folklórica, desde hace quince años. "Es un ritmo de vida difícil de aguantar-concede la santafecina-. Por eso, en la tapa de mi nuevo disco Vivo en Arequito está la imagen de una valija. Es algo que se repite todo el tiempo. Mi vida es un poco así."

Soledad está relajada a pesar del ritmo que la impone a su vida como madre y artista en el camino. El 8 de enero, después del receso obligado por las fiestas, la gran bestia folk, arrancó con una gira non stop que la llevará a recorrer miles de kilómetros por todo el país para presentarles a sus seguidores las canciones nuevas de su autoría y un puñado de clásicos folklóricos incluidos en su nuevo CD Vivo en Arequito. Será una maratón de conciertos (incluyendo la parada obligatoria en Cosquín, donde actúo el jueves último junto a invitados como Lucho González), que concluirá recién los primeros días de abril. Después, un mes completo de vacaciones. "Cuando hay trabajo aprovecho. Sé que no siempre es así, y cargo con una mochila que es la cantidad de gente que depende de mi trabajo. Por ahí es difícil decir que voy a dejar de trabajar por dos meses por más que eso en lo artístico le suma mucho, porque uno tiene que renovarse, pensar y tomar distancia".

El embarazo le dio ese tiempo reflexivo para poder mirar su alocada carrera en perspectiva, pero por poco tiempo. Diez días antes de parir estaba subida al escenario para el histórico concierto en el Bicentenario. "¡No me lo podía perder! El médico le dijo a mi marido que no me deje subir al escenario, pero era un momento histórico. Para mí fue algo que me marcó a fuego y que todos recuerdan. El éxito de ahora y el trabajo que tengo fue gracias a esa imagen cantando con panza, que le quedó grabada a la gente. Fue muy fuerte."

Antonia nació el 11 de junio. A los dos meses, Soledad llamó a su manager pidiéndole que le consiguiera nuevas fechas de conciertos. Otra vez se subía a la ruta con un instinto (sobre) natural. "Siempre tuve mucha energía, pero con Antonia fue mejor. Los primeros dos meses de gira, Antonia me acompañó a todos los shows por avión o por tierra, pero como te dije no hago locuras y muchas veces se queda. Cuando vuelvo de las giras ella me sonríe y para mí es el mejor momento del día. Es una gorda bella, bella, bella". Antonia trajo algunos cambios visibles para la artista: "Me hizo más simple y directa con las personas". Y otros cambios menos visibles pero que influyeron en las decisiones de su último disco, donde refleja y explora su lado más introspectivo como autora en "Crónica de otra muerte anunciada", "Y así volví", "La salida" y "Esperando tu regreso": "No creo que lo que haga sea trascendental para todo el mundo pero lo es para mí. Los estados de ánimo que me ayudan a escribir no son los más alegres. Me sale por otro lado. En los peores momentos, cuando las cosas no salen bien, aparece la veta de compositora".

-En esas canciones parece que mostraras a una Soledad desconocida para el público

-Es que cuando escribo no me sale el folklore más purista. Pero hace tiempo que vengo escribiendo canciones. Una de las primeras que hice fue "Crónica de una muerte anunciada" en 2004 aunque nunca me animé a grabarlas. La persona más difícil de convencer para que salgan estos temas nuevos soy yo. Me alentaron mucho los músicos y Pablo Santos con el que componemos juntos. Cuando hicimos el Teatro Nacional había un bloque con mis canciones y fue como testearlos con público. Como vi que funcionó bien cada noche me fui animando a incorporar un tema nuevo".

Tiempo de madurez

La cantante siente que es otro momento bisagra en su vida artística. Vivo en Arequito, simbólico registro en directo en su pueblo sojero, no deja de ser otra polaroid de esa gira sin fin de su vida, como sucedió con anteriores registros en vivo: A mi gente (grabado durante la serie de 35 conciertos en el Gran Rex de 1998), Sole y Horacio juntos por única vez (grabado en vivo en el Luna Park en 2002), Diez años (álbum doble en Obras de 2005) y La fiesta, juntos de verdad (con Los Nocheros y el Chaqueño Palavecino de 2009). "Me doy cuenta de que en este momento hay una revalorización mía como artista. Antes me elogiaban la fuerza, la energía o el carisma, pero nadie me hablaba de los conciertos. Como banda sonamos mejor y estamos muy cómodos arriba del escenario. Estoy en un escalón de mi carrera que me encanta, donde no tengo sobresaltos y se valora lo que haces pero quiero más", dice una Soledad de 30 años, muy distinta al pequeño tornado que arrasó con Cosquín en su debut de 1996.

Casada con Jeremías, con un cachet que cotiza alto en las bolsas de los festivales (pero que mantiene la costumbre de parar en casas de familia) y al frente del programa Ecos de mi tierra en Canal 7 analiza su nueva relación con el afuera: "El programa me llevó más cerca de la gente y conocí mejor a los artistas. Quizá con muchos no tenía relación y tenían un preconcepto sobre mí. Me sirvió para tener una información que antes no tenía del folklore. Absorbo todo como esponja". Ella que acumuló experiencias que pocos artistas consagrados pueden vivir a tan corta edad, grabó una docena de discos, filmó una película y está en tratativas de filmar la versión de Larguirucho de García Ferré, confiesa al final: "El público me regaló una oportunidad única y sin ser una artista formada me permitió moverme por diferentes escenarios, la TV y el cine. Pasó el tiempo y la gente fue tomando de mí lo más esencial. La Soledad de los primeros discos tenía una energía increíble, pero logró superarse. No sé si lo que brindaba era tan interesante como propuesta artística. Evidentemente había algo que le llamaba la atención a la gente y con el tiempo me fui aprovechando de esa oportunidad para crecer"

El mito del baño

"Mi primer disco se grabó en ocho horas. El estudio era tan chiquito que yo grabé en el baño. Se tapaban las paredes con frazadas, pero el inodoro seguía allí. Poncho al viento vendió casi un millón de discos. Un delirio". Soledad Pastorutti recuerda la mítica anécdota y todavía no puede evitar reírse de par en par. Lo que se diría hoy un disco low fi se transformó en un fenómeno de la industria telúrica.

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