"Quiero dejar en claro que el foclore es mi género y soy artista de festival"
Soledad Pastorutti vuelve al circuito de los espectáculos con “Canciones a la carta”, la nueva propuesta musical que ofrecerá el próximo viernes, a las 21.30, en el teatro El Círculo, Laprida y Mendoza. “Para diferenciarlo de un festival pensamos este show con una carta de 30 temas que serán seleccionados por el público”, dijo la cantante a Escenario.
Soledad Pastorutti vuelve al circuito
de los espectáculos con “Canciones a la carta”, la nueva propuesta
musical que ofrecerá el próximo viernes, a las 21.30, en el teatro El
Círculo, Laprida y Mendoza. “Para diferenciarlo de un festival pensamos
este show con una carta de 30 temas que serán seleccionados por el
público”, dijo la cantante a Escenario.
La artista de Arequito que comenzó su carrera en
1995 habló extensamente sobre su presente familiar y artístico. Dijo que
la maternidad -su hija Antonia tiene 15 meses- no le impide seguir
adelante con su carrera musical y televisiva. “Al contrario, es un nuevo
motivo que me da fuerzas”, afirmó.
A punto de iniciar una nueva gira, Soledad vuelve
al ritmo febril de actividad con la misma energía que transmite desde
los escenarios. A sus presentaciones se suma su trabajo en la conducción
televisiva de “Ecos de mi tierra”, que comparte en Canal 7 con Marcelo
Iribarne, y otros planes, como el rodaje de la película “Soledad y
Larguirucho”, un proyecto compartido con Manuel Garcia Ferré.
Después de un año de trabajo iniciado en enero con
un viaje a Miami donde participó en la grabación de “Primera Fila”, el
CD de Franco De Vita, Soledad planifica en su casa de Arequito los
nuevos pasos de su carrera, mientras hace una pausa en sus quehaceres
como flamante mamá para hablar con Escenario.
—Se escucha un llantito.
—Sí. Antonia está a los gritos porque no podés demorarle la comida por dos segundos.
—¿Cambiaron las cosas después del nacimiento de su hija?
—Sí, mucho. Pero para bien. No me puedo quejar: es lo más maravilloso que podía pasar en mi vida.
—¿Se replanteó la carrera?
—La verdad que no. Sigo con las mismas o quizá con
más energías porque hay un motivo más que le da sentido a todo. Siento
que la llegada de Antonia me hace disfrutar más del escenario. Ahora
estoy más expresiva. Resuelvo más fácil.
—¿Iniciará la nueva gira en Rosario?
—Sí. Viste que dicen que trae suerte Rosario. Pero
yo no lo hago por eso sino porque le tengo mucho cariño a la ciudad.
Creo que debe ser una de las ciudades que más firmemente han estado
conmigo. Tengo un club de fans ahí, y cada vez que cumplo los años
vienen a Arequito y me adornan la casa. Tenemos una relación muy
cercana.
—¿Su nueva propuesta responde a lo que siempre le pide la gente?
—“Canciones a la carta” surge como una idea para
diferenciar lo que es un show de un festival. Le buscamos esa vuelta
porque es muy difícil cambiar el repertorio: la gente quiere escuchar
los viejos éxitos y no hay espacio para las nuevas canciones. Entonces
decidimos hacer un menú reducido a 30 temas elegidos por votación. Antes
de que empiece el espectáculo, ni yo voy a saber qué voy a cantar.
—Usted fue criticada cuando se apartó del folclore. Si canta lo que le pide la gente el que decide dónde ubicarla será el público.
—Usted fue criticada cuando se apartó del folclore. Si canta lo que le pide la gente el que decide dónde ubicarla será el público.
—También tiene esa trampita. Como vos decís, se me
ha criticado mucho. Hoy muchos artistas del folclore que se han ido
para el lado del pop o la fusión y quizá no sufran el castigo que yo
sufrí. Pero, aunque me cueste, a veces pasan por radio un tema romántico
que canto con Franco De Vita y ¿sabés cuánta gente mandó mensajes
diciendo: “Cómo me gustaría un disco tuyo así”? Tengo cosas pendientes
pero todavía no me animo a encararlas porque quiero dejar bien en claro
que el folclore es mi género, que nunca voy a dejar de hacer folclore.
Además yo soy una artista de festival y eso no lo niego y me encanta
cantar en los pueblos chicos.
—¿Vivir en Arequito le trae problemas o soluciones?
—(Risa) ¿Por qué me lo decís?
—Los artistas suelen decir que si no viven en Buenos Aires no pueden hacer carrera.
—Sí. Esa es la realidad. En mi documento, mi
domicilio figura en Buenos Aires porque tengo una oficina armada allá.
Acá, en Arequito, vivo en zona rural y más de una vez las cartas se
pierden porque no saben cómo hacérmelas llegar a mí. Pero en los dos
lugares hay beneficios y problemas. Por ejemplo: vivir en un pueblo
chico —por hablar de cuestiones domésticas— cuando me mudé acá, no
pasaba el cableado de la luz eléctrica. Tuvimos que comprar el cable de
la luz. Cada vez que hay una tormenta tenemos terribles problemas y se
nos quema todo. No sabés a quien llamar. Son problemas domésticos;
empecemos por ahí. Después, vivir en un pueblo tiene muchas ventajas:
estoy con mi hija y tengo mucho más tiempo para disfrutarla. En Buenos
Aires trato de organizarme para estar en los momentos más importantes
del día. Soy una mamá muy presente, por lo menos a esas horas. Es más,
tenemos una relación muy cercana, de estar todo el tiempo juntas. Los
últimos ensayos de “Canciones a la carta” los hice en Arequito. Antes
íbamos a una sala de Buenos Aires pero como tengo equipos propios, nos
venimos para acá. Tenemos todo el tiempo del mundo, miramos el campo... y
cantamos (risas).
—Para el que transita por la ruta usted es una referencia geográfica.
—Me causa gracia porque en Arequito, hay una
especie de monolito y mi hija, que tiene un año y cuatro meses, no sé
porqué motivo sabe eso y cuando pasamos le dice al monolito: “¡Chau
mamá!”. La verdad es que nunca dejé de nombrar a mi pueblo: habrá gente
que me quiere y gente que no tanto. Hay quien dice: “Qué suerte La Sole
es de acá”; y otros dicen: “Yo la conozco desde chiquita, no sé quién se
cree que es...” (risas).
—¿Seguirá en la televisión?
—Hace cuatro años que estoy en canal 7 con un
espacio dedicado al folclore donde no se habla de otra cosa que no sea
música. No me gusta cuando se mezclan otras cuestiones. La verdad es que
tenemos mucha libertad. Hay artistas que no tienen otra posibilidad de
promoción y se van muy agradecidos del programa. Creo que hay
posibilidades de mejorar, pero también sé que es importante que no
perdamos este espacio, en un momento en el que la televisión no le está
dando mucho lugar a la música y en especial al folclore. Si quieren que
siga voy a seguir. De mi parte están las ganas porque me gusta mucho.
Mientras tenga salud y trabajo, yo soy feliz.
Una nube que no tapó el Sol
Aunque con reticencia, Soledad habló del juicio que
la enfrentó con César Isella, quien manejó durante varios años su
carrera artística y la demandó por incumplimiento de contrato. El autor
de “Canción con todos”, que abrazó los postulados del Nuevo Cancionero,
se convirtió en manager cuando la niña sacudió el ambiente folclórico de
los 90 con su poncho en alto.
¿Apelará el fallo que favoreció a César Isella?
Sí. En realidad no me gusta hablar del tema. Pero alguna vez uno descubre con qué bueyes ara y empieza la solución del problema. El me hizo un juicio por supuesto incumplimiento de contrato. Yo no firmé nunca nada porque era menor de edad. Quienes firmaban eran mis padres, pero la cuestión no se hizo de buena fe. Hace poco hubo que pagar el costeo del juicio que no es millonario para nada. A pesar de que era menor yo tomé la decisión de separarme. Era una cuestión de sensaciones, porque yo no entendía demasiado del asunto. Pero creo que no me equivoqué. Perdí el juicio pero gané muchas cosas. Me puedo equivocar, pero me parece que pelearse con alguien es una energía perdida en algo que no lleva a nada.
La integridad moral de una persona se refleja en la coherencia de sus actos. Más allá de los compromisos firmados -que deben cumplirse-, Soledad nunca dijo ser lo que no era y su propuesta artística siempre resultó transparente.
¿Apelará el fallo que favoreció a César Isella?
Sí. En realidad no me gusta hablar del tema. Pero alguna vez uno descubre con qué bueyes ara y empieza la solución del problema. El me hizo un juicio por supuesto incumplimiento de contrato. Yo no firmé nunca nada porque era menor de edad. Quienes firmaban eran mis padres, pero la cuestión no se hizo de buena fe. Hace poco hubo que pagar el costeo del juicio que no es millonario para nada. A pesar de que era menor yo tomé la decisión de separarme. Era una cuestión de sensaciones, porque yo no entendía demasiado del asunto. Pero creo que no me equivoqué. Perdí el juicio pero gané muchas cosas. Me puedo equivocar, pero me parece que pelearse con alguien es una energía perdida en algo que no lleva a nada.
La integridad moral de una persona se refleja en la coherencia de sus actos. Más allá de los compromisos firmados -que deben cumplirse-, Soledad nunca dijo ser lo que no era y su propuesta artística siempre resultó transparente.
Fuente: LaCapital.com.ar