La reinvención de Soledad

Aggiornó su estilo con un show íntimo, en el que el público elige el repertorio. Las palabras de una alquimista del folclore.

Esta nota empieza por el final, justo cuando su manager le pide que redondee, que se hace tarde. “No le hagas caso, sigamos”, dice la Sole desoyendo el pedido del hombre de saco y corbata. No importa el taxi que espera en la puerta, ni el agotador día de trabajo. Cuando se presta a una entrevista, se brinda por completo, como en aquel ritual de poncho al viento que marcó sus primeros años en la senda del folclore.

Relajada, sonriente, la cantante y conductora responde la última pregunta de este ida y vuelta, que se desliza, subibaja de placita, por la carrera y los proyectos de una de las voces femeninas típicas de la música popular.

-¿Te queda algo pendiente? ¿Un anhelo? ¿Algún proyecto?

-¡Mucho! Espero que me queden varios discos por delante y que en la tevé se sigan abriendo puertas. Pero...: ¿sabés con qué sueño todas las noches? Con cruzar las fronteras de los países limítrofes (Paraguay, Chile, Brasil) y llevar nuestra música un poco más allá. Ojo, no reniego de lo que tengo acá; Argentina es mi lugar en el mundo.

En Soledad Pastorutti, la convicción hace buenas migas con la sonrisa (nunca la pierde). Desde ese lugar, habla de “Canciones a la carta”, un espectáculo en el que aggiornó su estilo y con el que regresó a los escenarios del interior del país. Ya pasó por Rosario y Córdoba, y ahora sigue en Mendoza. Luego la esperan seis ND Ateneo, y aterrizajes en La Plata, Jujuy y Salta.

Como una alquimista folk, la Sole se renovó con un formato íntimo que se aleja de la dinámica festivalera y que en el “en vivo”, se traduce en un feedback con el público, signado por la cercanía y el diálogo (la platea elige el repertorio y participa del show).

-Decidiste abrir el juego...

- Primero lanzamos la propuesta por Internet. Preparé 60 canciones y la gente redujo esa carta a 30. La entrada, que incluye canciones con contenido social; el plato principal, 100% folclore; y el postre, en el que convidamos temas románticos. También vamos a recorrer el disco “Vivo en Arequito”, que presentamos oficialmente el 28 de octubre.

Sole grafica la metodología moviendo las manos: “La gente llena un cupón con los tres temas que prefiere escuchar del disco. En una parte del show hacemos un sorteo e interpretamos las canciones que indican el cupón ganador”.

-Y el público se siente cerca, ¿no?

-A todos nos pasa que cuando vamos a ver un artista, queremos escuchar los éxitos y tales o cuales canciones. Y si no las canta... el espectáculo se vuelve menos interesante.

-¿Cómo te sentís vos en este formato?

- Como me muevo mucho en festivales de folclore, el tiempo que tengo para mostrarme es reducido; hay miles de figuras en la misma noche y el vértigo que tiene un festival, impide que uno pueda generar y transitar distintas atmósferas. Un teatro, en este caso, es un clima propicio para ello: estamos más cerca y le puedo ver la cara a la gente. Y además, esta propuesta tiene el plus de que también me voy a sorprender yo.

- Lo decís con entusiasmo, ¿te gustan las sorpresas?

- Me gusta más sorprender, me gusta estar en la cocina de las cosas; no me gusta, por ejemplo, que alguien me diga: “Te tengo una sorpresaaaa...”. Eso me pone nerviosa (risas).

La Sole piensa unos segundos. Mira hacia arriba, como buscando inspiración. “¿Sabés qué? Está bueno renovarse en un espectáculo. Más en mi caso, en el que llevo quince años girando continuamente por el país. ‘Canciones a la carta’ es parte de esa búsqueda, de darle una vuelta de rosca para que la gente me elija, una vez más”.

- De un tiempo a esta parte, parece haber una nueva Sole, más tranquila y alejada de la euforia del artista joven.

- Es parte del crecimiento. Todo pasa y van quedando, obviamente, algunas cosas en el camino. El problema es que yo crecí en los festivales, revoleando el poncho, y hasta se me recrimina si no lo hago. Es muy difícil hacer esa transición: desde lo que fui, aquello que me hizo conocida y que sigue estando en mí, a ir tomando otros condimentos para seguir estando presente. Si me hubiera quedado con “A Don Ata”, otra sería la historia.

- ¿Te costó despegarte de esa imagen?

- Me costó buscar un equilibrio; estaban los que criticaban que siempre hacía lo mismo y aquellos que decían: “No dejes de hacerlo nunca”. Sin embargo, creo que todo le llega a un artista pero eso sólo lo da el tiempo...

El tiempo de ella, ahora, parece ser el de disfrutar y contemplar el paisaje que le regala su momento actual. “El otro día le decía a mis músicos que aprovechemos más el hecho de que la gente nos escucha, ahora que no somos pura energía, como antes”.

Pero el escenario no es el único espacio en el que La Sole tiene algo para decir. Desde hace cuatro años, conduce por la TV Pública “Ecos de mi tierra”, un ciclo destinado al folclore. “A esta altura, entro al canal como chancho por mi casa (risas). No estudié, no soy conductora, pero lo bueno es que estoy haciendo algo que no se aleja mucho de lo mío. Me enorgullece que podamos brindarle un espacio a gente que es talentosa, pero que no tiene tanta difusión”.

La mujer de Arequito vuelve a hacer una pequeña pausa. “Lo que perdí en estos años de llegar, cantar, e irme en los festivales fue conocer a otras figuras, saber qué es lo que hacen, cómo tocan. Ahora me siento una espectadora de lujo”.

- ¿Proponés invitados?

- De eso se encarga la producción, porque no quiero que el programa exprese sólo mi visión del folclore porque es limitada. Sin embargo en mis viajes por el interior voy recopilando discos y cumplo con llevarlos al canal. En ese sentido la TV Pública tiene una línea interesante: darle el espacio a valores emergentes. Los bailarines son los más agradecidos.


Fuente: LosAndes.com.ar

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