De la brisa al huracán

Mamá canta y se luce en el escenario mientras su hija, Antonia, de sólo un añito y medio, la disfruta desde abajo, rodeada del calor paternal y el de sus abuelos. En pleno recital, Soledad imagina un punteo de guitarra con los ojos cerrados y parece retroceder en el tiempo. Quizás, retroceda hacia aquella noche de Cosquín en 1996 cuando despegó musicalmente para no aterrizar jamás sin que sus fans dejen de seguirla y de adorarla como siempre. Por eso, en la séptima noche de Jesús María, la Sole fue dueña absoluta del escenario en un show que arrancó como una tenue brisa, pero terminó en un huracán realmente excepcional.


La de la madrugada del viernes, fue una jornada en la que el lucimiento no sólo estuvo sobre las tablas sino también en el césped. Es que casi como si se tratase de una coreografía, más de cien caballos de distintas tropillas brindaron un espectáculo único en el campo de la doma. Pero para que la argentinidad estuviera al palo, la música de bombo y guitarra empezó a sonar de la mano de Los 4 de Córdoba, una verdadera institución del folclore.

Ahí nomás -seguidito- Los de Cabrera tomaron la posta y alcanzaron el microclima justo para que el escenario recibiera a los hermanos Cuti y Roberto Carabajal. De esta forma, la chacarera invadió el anfiteatro José Hernández y los santiagueños recibieron una cariñosa ovación de parte de las 15 mil personas que poblaron las gradas desde temprano.

Finalmente, a las 1.53, las luces se apagaron en medio de un ansioso griterío: con una modernosa bombacha de gaucho negra -y esa paciencia maternal que ahora contagia con la mirada- el tifón de Arequito pisó las tablas y empezó con su monólogo musical.

Esta vida , Chacarera para mi vuelta y Del tiempo de mi niñez fueron el tridente inicial de un espectáculo que fue de menor a mayor y se prolongó, a pedido de la gente, por una hora y media.

Flexible ante el público, sin grandes corridas ni revoleos como en épocas pasadas, Soledad parece amoldarse a los cambios que la vida le propuso y darle un toque más íntimo y silencioso a sus presentaciones. El show siguió con Ando por la huella , Gatito de dulce amor , Dejame que me vaya y La salida .

Claro, que si su hermana Natalia sube a la pista, la historia parece cambiar y entonces, a Soledad, se le transforma la cara con el revoleo clásico de A Don Ata y la multitud delira a su ritmo.

Tren del cielo , Mi sueño mejor y Mi credo también formaron parte del repertorio que la de Arequito eligió para su noche casi exclusiva en el festival de Jesús María.


Casi sobre el final y cuando el reloj marcaba las 2:28, una fiesta se instaló en el José Hernández. Es que Soledad había logrado lo que todos esperaban: que la brisa cálida del norte que había comenzado a soplar temprano, se transformara en un verdadero huracán de folclore con “el tifón”.

Fuente: Clarin Espectaculos

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