Felices juntos




Años atrás, se hubiera necesitado un Estadio Córdoba. Hoy, alcanza con un solo Orfeo.

"La fiesta, juntos de verdad", el espectáculo folklórico que reúne a Soledad, Los Nocheros y al Chaqueño Palavecino, pasó anoche por Córdoba, a una semana de su estreno porteño, y dejó la misma sensación estadística que entonces: alcanzó el quórum, apenas aceptable para semejante suma de estrellas. Parece ser que ya no funciona esto de que los ídolos se obstinen en promocionarse; parece cosa juzgada, la figuración excesiva no garantiza un shock de taquilla. Mucho menos para una "juntada" de supuesto espíritu popular con entradas entre $ 80 y $ 250. "Más menos que más", dijo una fuente de la organización en la previa del concierto, al ser consultada sobre qué cantidad de entradas se habían vendido. A Vélez fueron 15 mil personas, a un estadio que puede albergar 40 mil; aquí, unas 4.200 personas, a pocos días de los juegos Atenas - Peñarol que colmaron la capacidad.
A mezclarse. Eso sí, los que tuvieron margen presupuestario para ir a "La fiesta, juntos de verdad" disfrutaron a pleno la suma de clásicos y del carisma de cada participante. Al cabo, el saldo artístico que dejó la reunión fue positivo.

Veamos. Soledad, asumida como una mujer sexy, desplazó a la gauchita-tifón y se mostró como el motor de la reunión, interpretando entre la enjundia y la expresión ajustada. Acaso por estar más habituados a los enroques colectivos, Los Nocheros se movieron con la soltura habitual. ¿Y el Chaqueño? Amo y señor del folklore rústico, le costó acomodar sus caderas y licuar su ego en un escenario donde alguna vez supo asar un costillar (era antes de Cromañón). Pero, como siempre, su gracia todo lo pudo y salió adelante, por más que no haya habido una entrada triunfal para él solito.

Los titanes del folklore se expresaron respaldados por una banda numerosa y potente, a tono con el espíritu grandilocuente de la oferta y con la suficiente perspicacia para pasar del sonido "afectado" a otro más de raíz. Se ejecutaron guitarras eléctricas y criollas, acordeón, bandoneón, violines, bajo, batería, percusión latina, bombos.

Los seis participantes comenzaron el show juntos con Somos el pueblo y Mensaje de chacarera e inmediatamente se prestaron el protagonismo para darle sustento a eso de que es "de verdad". La primera parte se completó con Zamba de la toldería, De Simoca y Amor de los manzanares.

Entre las combinaciones, se destacó la de Los Nocheros con Soledad en Canción del adiós. No sólo porque las voces al unísono encontraron su punto caramelo, sino porque la instrumentación adquirió cierta exquisitez que no suele ser común en citas festivas. Que hable ella, en cambio, se planteó como un paso de comedia entre Pastorutti y Palavecino. En ese tramo, se alternaron los versos en clave pimpinelesca. Antes, la pareja había bailado vals en Puentecito de mi río.

Si bien "La fiesta, juntos de verdad" fue una apuesta lúdica y creativa, predominó la instancia "ir a los bifes", en la que cada participante entregó su respectivo hit. Soledad propuso A don Ata, Palavecino se regocijó con Amor salvaje y Los Nocheros avasallaron con La yapa.

A más de una década de la explosión del "folklore joven", y a un tanto menos de que el colectivero salteño y sencillo pusiera algo más que el corazón para conquistar al eje Jesús María - Cosquín, es evidente que el folklore masivo vive una etapa de transición, que aún no ha logrado acomodarse a un nuevo ordenamiento de consumo cultural. Sus referentes, ante la imperiosa necesidad de ver cómo venden su música y cómo se proponen a ellos mismos para el directo, eligieron juntarse y ver qué onda. Más allá de los resultados, se celebra la movida. Cabe el mismo análisis con respecto al ensayo maradoniano con la selección local: es mejor hacer algo que no hacer nada.

¿Quién pierde, quién gana?

Teniendo en cuenta lo sucedido en los últimos tiempos, de los tres elementos de "La fiesta, juntos de verdad" el que más arrastre popular tiene es el Chaqueño Palavecino. Sus conciertos son multitudinarios y en los festivales de verano siempre se tutea con el récord. Es él, entonces, quien más para perder tiene al juntarse con colegas cuya curva de convocatoria ha descendido. ¿Y qué decir de la fidelidad del público de Palavecino? ¿Acaso ha fallado? Es difícil precisarlo, pero no cualquiera está en condiciones de pagar una entrada entre $ 80 y $ 250 cerca de fin de mes. Con esos precios, todos perdemo


FUENTE:LAVOZ

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