La columna Selfie: Soledad Pastorutti, gaucha al viento


La cantautora argentina se toma su selfie y nos revela el secreto de su felicidad:
"Cuando logramos una meta muy alta, todo lo que viene después nos va a parecer mas bajo y ahí es 
donde perdemos la felicidad. Yo la tengo porque mi cosa importante esta puesta en otro lado:
dos hijas, una familia hermosa, compartiendo sobremesas, comidas, asados. El resto te va a doler

porque uno siempre quiere tener éxito, pero hay que acostumbrarse a que no se puede siempre (risas)"


Sole, gaucha de poemas montados en notas y sones…
— Totalmente, y de vestir también. Si bien al principio de mi carrera me vestía con la ropa típica del gaucho, hoy ya no es tan así, pero siempre hay reminiscencias del gaucho en mi vestuario.

Y en tu voz y en tus sones…
— Ah, eso seguro, pero no lo puedo evitar, es parte de mí. Nací en la Pampa argentina, así que imagínate, no me queda otra (risas).

Cuéntanos un poquito de la Pampa…
— Vivo en la Pampa húmeda, en la provincia de Santa Fe que tiene forma de bota; mi pueblo, Arequito, está en el tobillo de la bota. Un pueblo muy chiquito de siete mil habitantes que antiguamente era un paraje donde los gauchos intercambiaban caballos. Nací en Argentina; mis padres, mis abuelos, pero mis bisabuelos han venido desde Italia.

Entonces, de bota en bota: la italiana y la de tu región…
— (Risas) No había pensado nunca eso, mira qué bien. La única que conocí fue a mi bisabuela Laura, que a los 17 años se vino en el barco, que perdió un zapato en el camino, que llegó con un pie descalzo y terminó amando a la Argentina como si hubiese nacido ahí. La única que yo sé que en la familia cantaba, porque ella lo que hacía era juntar maíz en un surco, ése fue el trabajo que le tocó hacer desde muy chica, y como competía con sus compañeros de lado a lado del surco, les cantaba para que se distrajeran (risas).

Y finalmente el tobillo que soporta tus bases musicales…
— En donde yo vivo la influencia del folclor argentino está más dado para la gente grande, no la de mi edad.  Además, tenemos la influencia de Buenos Aires y Rosario, cuna del rock. Estudié guitarra en la Academia Comunal; como era gratuita, hacían un festival para juntar fondos y mantenerla. Me animé a cantar, empecé a recorrer peñas, festivales; mi papá me llevó a todos lados. Tenía ocho años. A los 15 finalmente tuve la oportunidad de subir a un escenario en el Festival de Cosquín, el más importante de folclor. Fue una noche mágica; me dieron para cantar una canción y terminé cantando cuatro, y cuando me bajé del escenario ya tenía una compañía que quería grabarme y un representante. Ahí empezó mi carrera artística.

Ya 16 álbumes y después de un huequito de cinco años, nueva producción…
— No es que me haya tomado un tiempo, también me dedico a la televisión. Conduzco un programa de folclor en la televisión estatal; he hecho La voz Argentina, ahorita un reality.  Además, soy una sola y soy mamá de dos nenas; vivo en gira constante. Al principio no me tomaba tanto tiempo entre disco y disco, pero ahora prefiero hacer las cosas más a conciencia, a mis tiempos, siendo realista y muy sincera conmigo.

Vivir es hoy…
— Un disco producido por Gian Marco y Matías Zapata, con la colaboración de Carlos Vives, Carlos Santana; grabamos Cómo te voy a olvidar, de Los Ángeles Azules, con mi hermana Natalia; un cover de Leonard Cohen, Aleluya, a la manera nuestra, todo fusionado a folclorizado. Es un disco que me trae muchas satisfacciones. Pueden conseguirlo de manera digital.

¿Cómo es “vivir hoy” para ti?
— Agradecer cada momento que la vida te ofrece. Tenemos dos opciones: ir como mártir por ella o intentar seguir en movimiento pese a todas las cosas que nos pasan, buenas y malas, que nadie está exento de eso y nos hace aprender y disfrutar mucho más.
En la  carrera (EC) / En la vida (EV)


Lo más osado…
— EV: me he tirado del paracaídas dos veces.  
— EC: en ese festival de folclor, para gente más estática, me habían prohibido que revolara el poncho, que es un gesto que yo hago, arengar a la gente, levantarla. Pues revoleé el poncho y la gente se volvió loca. Fue una actitud que trajo todo lo demás. 

El momento más difícil…
— EV: cuando falleció mi abuelo Pascual, que siempre ha sido para mí un referente.
— EC: sostenerme durante 20 años después de haber vendido un millón de copias con mi primer álbum; no estancarme. 

Lo que nunca harías…
— EV: conscientemente, nunca lastimaría a nadie. A veces se dicen cosas que hacen que un cristal se rompa y no se vuelva a pegar.
— EC: utilizar cuestiones personales para estar en el medio. Si soy lo que soy es por lo que hago arriba de un escenario, el resto de las cosas se quedan en casa. 

¿Qué te saca una sonrisa?
— Sin duda, mis hijas. En este disco les hice una canción que se llama Eres, que dice: “Eres lo mejor que me pasó en la vida, no tengo dudas, no habrá más nada, después de ti…”. Mis hijas son muy traviesas, salieron a la madre, y la más chiquitita por ahí se manda una macana (hace algo que no tiene que hacer), y sabe que voy a mirarla con cara fea y empieza: “Eres lo mejor que hay en mi vida…” (risas).

¿A qué le lloras?
— Soy muy llorona. Al dolor de la gente, a las historias de vida. Cuando estoy cantando en un escenario y siento que todo vibra, me traslado a otro mundo y me emociona mucho. Las relaciones humanas son así, emocionantes.

¿Eres la misma niña que nació en el tobillito de aquella bota argentina?
— (Risas) Sí. Por supuesto trascendida por un montón de cosas. Vivo actualmente en mi pueblo; mis hijas se crían ahí. Mucho de mí es lo mismo que en aquel momento. Después uno crece y se va contaminando en el buen sentido, pero también eso está bueno, como diría mi papá: es ver más allá.

Eres de lo mejor que le ha pasado al folclor argentino recientemente. Gracias.
— Gracias. Admiro también a México porque ama sus raíces; ojalá nos encontremos, yo cantando rancheras y ustedes chacareras (risas).

Video de la Nota



Por : Xavier Orozco 

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