Octava noche en Jesús María. Calor y música para todos los gustos

Con buen marco de público, la noche del viernes estuvo signada por el nivel artístico de Jairo y la actuación de la Sole, dos puntas de una jornada calurosa donde ya se van apuntando los campeones de la jineteada

Luego de la multitudinaria noche de Abel Pintos, en una jornada signada por una temperatura elevada que cerca de medianoche rondó los 30 grados, la octava luna de Jesús María tuvo música y músicos para todos los gustos, con la capacidad del Anfiteatro Miguel Hernández ocupada casi en su totalidad.

El puntapié inicial lo dio Jairo, que a pesar de algunos problemas con el sonido de los micrófonos, brindó un concierto impecable —como acostumbra este artista nacido en Cruz del Eje—, que en este festival particularmente, lleva su propia legión de seguidores.

Jairo abrió su show con un homenaje a Atahualpa Yupanqui (uiero trabajo, Le tengo rabia al silencio, Duerme negrito, La Olvidada) y continuó con la cueca de Buenaventura Luna, Vallecito, una perla en un repertorio que trajo aires nuevos con otro homenaje a Violeta Parra (junto a su hijo y productor Yaco González cantó Gracias a la vida en francés y luego, formando cuarteto vocal con los músicos de su banda Volver a los 17).



Los minutos restantes de su set lo ocuparon sus éxitos, algunos creados de la mano de Daniel Salzano (Balacera, Ferroviario y Los Enamorados), y el cierre —clásico en sus presentaciones— con el Ave María.

Desde el campo de la jineteada ya comienzan a alinearse los perfiles de los posibles campeones, algunos por segunda vez hacia el trofeo mayor. Ricardo Pucheta en Crina limpia, Cristian Barberis en guarupa sureña y el chubutense Néstor Fernández en basto con encimera. También hubo en esta noche una demostración de campereada.

En el escenario Martín Fierro, los conjuntos Murmullos, La Huella y Los Legales, continuaron a Jairo ofreciendo clásicos del folklore y —en el caso de los últimos— una selección de chayas para homenajear a su tierra, La Rioja.

Antes de que el cierre de transmisión cayera sobre la octava noche de Jesús María, y de que Los Caligaris ocuparan el escenario para cerrar la calurosa jornada del viernes, otra historia ocurría sobre las tablas del Martín Fierro: Soledad Pastorutti, que dejó detrás su mote de "tifón" y "huracán" de Arequito para demostrar que además del remanso que le trajo el ser madre y convertirse en mujer, ha sabido cumplir con eso del crecimiento artístico. Acaso dentro de unos años la veamos, ya sin su séquito de ruidosos admiradores adolescentes (los que la siguen, entre otras cosas por su agradecimiento y respeto hacia ellos), tan respetada como a otras cantoras populares por sus pares, y eso será un buen punto a favor de su trabajo de años.

La Sole arrancó su set con un homenaje al "potro" Guarany con Si se calla el cantor ("necesitamos más Horacios en estos festivales", —dijo—), y entre clásicos y nuevas canciones, todas ligadas al repertorio folklórico, en una buena decisión para cumplir con el estilo campero del festival, sonaron Canta país, Trasnochados espineles, A don Ata, Cuando me abandone el alma y Tren del cielo, a dúo con su hermana Natalia, la invitada estelar de sus conciertos.

Para esta noche se espera la presencia de Los históricos Manseros Santiagueños, y El Carabajalazo, además Doña Jovita, Simplemente Los Cantores, Mario Álvarez Quiroga, Negro Ferreyra, Los Dioses del Chamamé, Paola Gudiño, María Luz, Chango Coplero, César Lagos. Entrada general $110, jubilados $40, menores $20.

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